Mis manos tiemblan,se cansaron del silencio de tu voz,mis ojos, cada vez más fríos y fijos señalando el sur de tu espalda,tan dulce y venenosa como el fin de las guerras,ya no saben que más decirme.Las palabras se quedaron escondidas bajo tus medias y nunca supiste o tal vez no tuviste la valentía de sacarlas de ahí creo estar en lo correcto, fuiste cobarde, muy cobarde no enfrentaste la realidad, nunca lo quisiste hacer y la luz abdicó ante tu pecho todos los amaneceres que quisiste pasar oculta en tus sueños.Máscaras, sólo pides máscaras para tus manos,gritas enmudecida que ya creciste, que eres una mujer pero comportarnos como niños estériles no nos convierte en eso,aun te falta mucho para llegar a ser esa cosa que todo el mundo odia te crees muy libre en tu propio encierro, eso me pasó a mí,hasta que supe que estaba encerrado en mi propia libertad.Me castraba las ideas más mórbidas y sagradas que pude tener hacia las marcas en tu cara,esas que alguna vez demostraron que el camino más oscuro y sangriento algunas veces puede ser más feliz para un alma que sólo busca redimirse de todo el bien que ha hecho y que ya se cansó de prodigar,Máscaras, no las pidas más, ya no las necesitas.
Eduardo Gerbi
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